lunes, 21 de diciembre de 2009

La navidad de los muertos y Van Gogh

Regalo de navidad. Un cuento un tanto extraño:

Conspiración Zombie: La navidad de los muertos y Van Gogh: "Hace algunos años se revisó la historia sobre el por qué el pintor Vincent Van Gogh se cortó la oreja. Según la versión más conocida, él mismo se habría auto mutilado, para luego llevarle el trozo de oreja a una prostituta. Pero investigaciones recientes de los restos de Van Gogh descubrieron que la herida no podía deberse a una automutilación. Así surgió la hipótesis de que fue durante una disputa con el pintor Paul Gauguin. Aunque hora, gracias al gran investigador argentino Santiago Achotegui, se puede saber la verdad."

jueves, 16 de julio de 2009

Conspiración Zombie, mezcla entre ciencia ficción e historia de la ciencia

Si te gusta la la ciencia y al literatura, y te gusta verlas juntas, y para colmo te agrada que se especule sobre la ciencia, y como si fuera poco te viene bien si se habla sobre la historia de la ciencia, y encima se somete esa historia de la ciencia a elementos de ciencia ficción

Sí, se cansaron de tantas oraciones subordinadas, ¿no? Resumiendo, si les gusta todo eso prueben leer Conspiración Zombie, una serie de cuentos que formarán una historia, una historia de zombies y cómo la historia los ha ocultado durante siglos. Sí, yo mismo soy el autor. Si los leen, ¡comenten!

Para que vean lo que ya está publicado:

- Sherlock Holmes contra los Zombies

- Sherlock Holmes contra los Zombies: Segunda parte

- Lovecraft contra los Zombies

- Lovecraft contra los Zombies: Segunda parte

- PROXIMAMENTE: Freud y Charcot contra los zombies

Conspiración Zombie

jueves, 19 de marzo de 2009

Sherlock Holmes contra los Zombies: Segunda parte

Sherlock Holmes contra los Zombies

Relato del Dr. John Hamish Watson sobre el brote zombie de 1888 en Inglaterra. Versión original y real del Misterio del Valle Boscombe, que luego Watson modificó a pedido del gobierno británico.


(Recopilado en Conspiración Zombie por Martín Cagliani)

Sherlock Holmes contra los Zombies

Sherlock Holmes contra los Zombies

Relato del Dr. John Hamish Watson sobre el brote zombie de 1888 en Inglaterra. Versión original y real del Misterio del Valle Boscombe, que luego Watson modificó a pedido del gobierno británico.



(Recopilado en Conspiración Zombie por Martín Cagliani)

miércoles, 7 de enero de 2009

El biólogo que encontró a los ángeles en el Polo Sur

Ya todos conocemos a los algidus, por fotos, videos y hasta dos que ya se pueda ver en el zoológico de Nueva York. Pero es poco lo que se sabe sobre su descubridor, Antonio Prodidi, quien para encontrar a tan magníficas criaturas ha debido pasar unas aventuras increíbles. Las mismas se relatan por fin en el libro La búsqueda del frío, de la editorial Golwen.

Esta biografía del famoso biólogo fue escrita por Cecilia Anquiro, quien pasó seis días enteros conversando con Prodidi en su casa de retiro en Ushuaia.

Prodidi era un joven de apenas veinticinco años cuando decidió abandonar la cómoda casa de clase media de los padres en su Chubut natal. Es originario de Argentina, a pesar que ahora es un hombre del mundo.

Su primer viaje como flamante biólogo, fue al corazón del Congo. Allí pasó innumerables aventuras que se relatan en el primer capítulo de este libro. En los dos capítulos siguientes se cuentan los viajes por Finlandia y Canadá y el estudio de seis años en el Amazonas.

Pero sin duda lo que más interesa para esta reseña, son los tres capítulos siguientes, en los que se relata la odisea de la Antártida, donde descubriría a los algidus.

En el capítulo se puede leer lo que le costó a Prodidi adaptarse al frío extremo de la Antártida. Allí nos enteramos con lujo de detalles cómo era la vida en una estación científica del continente blanco. En el capítulo cinco finalmente nos encontramos con las expediciones que Prodidi realizó con su maestro el geólogo y biólogo italiano Camilo Edoceo.

Lo más interesante, sin duda es el capítulo final, que casi abarca un tercio del libro. Allí Anquiro se despacha dando a conocer por primera vez todas las obras en que Prodidi se basó para sospechar la existencia de los algidus. Luego podemos disfrutar, en una prosa excelsa, del viaje en solitario de Prodidi hacia el Polo Sur.

Pero la perla del volumen es el relato de Prodidi, que Anquiro cita textualmente, sobre el encuentro con los algidus. Gracias a un permiso de la editorial Golwen, citaremos aquí algunos extractos:

“…El sufrimiento por el frío había sido tal, que me resultaba increíble lo que experimentaba en aquel momento. Estaba a unos 600 metros del Polo Sur geográfico, tan sólo a 1,2 kilómetros de donde Scott perdió la vida intentando llegar al polo. El viento se había detenido por completo, y sobre mi cabeza no había nubes. Se podría decir que había entrado en un círculo dentro del cual no nevaba, no soplaba el viento, y siempre daba el sol. Fuera del círculo estaba nublado, y el viento huracanado movía los copos de nieve en una danza frenética.

[…]

“El primero que vi fue una cría, por lo que creí erróneamente que tendrían una estatura mínima. Pero luego de seguir a la cría durante un buen rato, pude ver la primera colonia de algidus. Eran tan bellos que no podía creer lo que veía. Ese pelaje dorado era increíble…

[…]

“Me aceptaron sin más. En un principio, hicieron de cuenta que yo no estaba. Pero luego algunas de las hembras frotaban el pelaje de sus partes traseras contra mis piernas. Incluso llegaron a ofrecerme hielo para que coma. A los machos les llevó más tiempo aceptarme.

[…]

“En el sexto día la hembra líder de esa primera colonia, insistió en que la siguiese. Me llevó a otra colonia mayor, que luego descubrí que era como la cabeza del territorio. Pero mi mayor sorpresa fue cuando descubrí que estos pequeños y angelicales seres tenían tecnología lítica.

“Gracias a esas ingeniosas herramientas cavaban pozos profundos en el hielo, y allí fue que descubrí cómo se alimentaban los algidus. Había llegado a pensar que se nutrían del aire únicamente, pero terminé descubriendo que los algidus son animales vegetales.

“Así me di cuenta por qué a veces pasaban largas horas recostados sobre el hielo tomando sol. Para poder realizar la fotosíntesis, de una forma similar a la Elysia chlorotica. Pero en este caso, lo extremadamente original es que los nutrientes necesarios los toman del hielo, casi sin minerales. Me di cuenta que con beber, respirar y tomar sol los algidus ya no necesitan nada más.”

Es imperdible este libro, no sólo para cualquier estudiante de biología, sino para quien guste de una buena aventura, y más de una famosa. Algo interesante es que la misma editorial ha reeditado en formato de bolsillo el clásico Del hielo vivimos, en el que Prodidi describe de forma amena, para un público general, la sociedad y la biología de los algidus.

(El autor real de esta ficción es Martín Cagliani)

viernes, 19 de diciembre de 2008

Extracto del capítulo 1 de la Guía de Supervivencia Zombi

Extracto del capítulo 1 de la Guía de Supervivencia Zombi escrita por Martín Romero, de Ediciones Ben.

[…]

Habiendo resuelto el tema del posible origen del virus, ahora veamos en qué consiste y cómo luchar contra el virus Z.

Primer dato: sólo actúa en tejidos humanos muertos, no se contagia a los vivos. Si un zombie nos muerde no nos contagia el virus, sino que su mordida es tan infecciosa, que si no amputamos el miembro lacerado, nos puede matar en cuestión de horas, y obviamente al momento de la muerte nos volveremos zombies.

¿Cómo es esto? Es que el virus está latente en el aire. Todo tejido humano muerto con el que entra en contacto es revivido. Primero veamos cómo y en qué condiciones el virus entra en actividad, y luego veremos cómo es que revive al tejido muerto.

Lo principal que debemos saber sobre el virus Z, es que se activa con la temperatura. Mientras más alta la temperatura ambiente, más vivo está el virus y más actividad tienen los zombies. Mi experiencia personal me dice que los muertos vivos dejan de funcionar debajo de los 10º centígrados, aunque lo ideal para estar seguros de que el virus Z está muerto, es por debajo de los -20º.

Pero también la temperatura muy alta cesa la actividad de los zombies. Según pude comprobar, la ideal es arriba de los 40º, pero el virus Z recién muere a la misma temperatura con la que un cuerpo de muerto vivo se quema.

[…]

Ahora, sobre los muertos vivos en sí, cabe aclarar que no cualquier muerto revive, sino sólo los infectados. Y como hemos visto, un tejido muerto se contagia del virus Z a una determinada temperatura. Pero también hay que tener en claro que el virus no está en todos lados, sino que son los zombies quienes lo propagan.

Cada muerto vivo puede llegar a contagiar a todo lo que tenga a unos sesenta metros a la redonda. La buena noticia es que los zombies se descomponen, como cualquier tejido muerto, ya que las bacterias no hacen distinción entre tejido infectado y "sano".

Según pude comprobar, un muerto vivo puede tener una “vida” de unos tres años, si es que acababa de morir, pero si se trata de un cuerpo que estaba muerto desde antes la “vida” se acorta, dependiendo del estado en el que estuviese.

[…]

Buscan a los vivos y se los comen porque el hambre es la única necesidad que les queda, y se sienten atraídos hacia nosotros por el calor de nuestro cuerpo. Pude experimentar con diferentes animales, y al parecer ningún otro les atrae, sólo los humanos. Imagino que por nuestro calor constante.

Lo primero que muerden es la cabeza, y la destrozan hasta llegar al cerebro porque es el órgano que más calor despide mientras el ser humano está vivo. En cuanto muere se ve infectado por el virus Z, y pierde el calor gradualmente hasta que se convierte en un zombie, y allí es cuando los otros dejan de mordisquearlo.

[…]

Sus sentidos siguen activos, si bien muy reducidos. El zombie promedio puede vernos a unos sesenta metros de distancia, como máximo. El olfato lo pierden casi por completo, no vi zombi alguno que prestase atención a los olores. En cuanto al oído, sólo escuchan ruidos muy fuertes, uno puede pasar caminando por detrás de ellos y no se enteran.

En cuanto al dolor, no los afecta en lo más mínimo. He visto muertos vivos ser desmembrados, tajados, baleados, incendiados, y torturados de todo tipo de formas, y ninguno dio muestras de darse cuenta que algo les estaba pasando. Incluso no parecen notar cuando han perdido un miembro del cuerpo.

[…]

Su cerebro no coordina bien, por eso es que se mueven tan lentamente. No pueden correr, lo he comprobado con cientos de casos. Caminan de forma espasmódica, y suelen tardar de un segundo a un segundo y medio entre un paso y otro, si bien el largo del paso dependerá de las piernas del zombie en cuestión.

Su falta de coordinación también hace que reaccionen lentamente. Según mis experiencias tardan entre dos y tres segundos en darse cuenta que tienen un humano vivo frente a sus ojos, y puede llegar a pasar otro segundo hasta que deciden ir a por él.

(El autor real de esta ficción es Martín Cagliani)