Extracto del capítulo 1 de la Guía de Supervivencia Zombi escrita por Martín Romero, de Ediciones Ben.
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Habiendo resuelto el tema del posible origen del virus, ahora veamos en qué consiste y cómo luchar contra el virus Z.
Primer dato: sólo actúa en tejidos humanos muertos, no se contagia a los vivos. Si un zombie nos muerde no nos contagia el virus, sino que su mordida es tan infecciosa, que si no amputamos el miembro lacerado, nos puede matar en cuestión de horas, y obviamente al momento de la muerte nos volveremos zombies.
¿Cómo es esto? Es que el virus está latente en el aire. Todo tejido humano muerto con el que entra en contacto es revivido. Primero veamos cómo y en qué condiciones el virus entra en actividad, y luego veremos cómo es que revive al tejido muerto.
Lo principal que debemos saber sobre el virus Z, es que se activa con la temperatura. Mientras más alta la temperatura ambiente, más vivo está el virus y más actividad tienen los zombies. Mi experiencia personal me dice que los muertos vivos dejan de funcionar debajo de los 10º centígrados, aunque lo ideal para estar seguros de que el virus Z está muerto, es por debajo de los -20º.
Pero también la temperatura muy alta cesa la actividad de los zombies. Según pude comprobar, la ideal es arriba de los 40º, pero el virus Z recién muere a la misma temperatura con la que un cuerpo de muerto vivo se quema.
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Ahora, sobre los muertos vivos en sí, cabe aclarar que no cualquier muerto revive, sino sólo los infectados. Y como hemos visto, un tejido muerto se contagia del virus Z a una determinada temperatura. Pero también hay que tener en claro que el virus no está en todos lados, sino que son los zombies quienes lo propagan.
Cada muerto vivo puede llegar a contagiar a todo lo que tenga a unos sesenta metros a la redonda. La buena noticia es que los zombies se descomponen, como cualquier tejido muerto, ya que las bacterias no hacen distinción entre tejido infectado y "sano".
Según pude comprobar, un muerto vivo puede tener una “vida” de unos tres años, si es que acababa de morir, pero si se trata de un cuerpo que estaba muerto desde antes la “vida” se acorta, dependiendo del estado en el que estuviese.
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Buscan a los vivos y se los comen porque el hambre es la única necesidad que les queda, y se sienten atraídos hacia nosotros por el calor de nuestro cuerpo. Pude experimentar con diferentes animales, y al parecer ningún otro les atrae, sólo los humanos. Imagino que por nuestro calor constante.
Lo primero que muerden es la cabeza, y la destrozan hasta llegar al cerebro porque es el órgano que más calor despide mientras el ser humano está vivo. En cuanto muere se ve infectado por el virus Z, y pierde el calor gradualmente hasta que se convierte en un zombie, y allí es cuando los otros dejan de mordisquearlo.
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Sus sentidos siguen activos, si bien muy reducidos. El zombie promedio puede vernos a unos sesenta metros de distancia, como máximo. El olfato lo pierden casi por completo, no vi zombi alguno que prestase atención a los olores. En cuanto al oído, sólo escuchan ruidos muy fuertes, uno puede pasar caminando por detrás de ellos y no se enteran.
En cuanto al dolor, no los afecta en lo más mínimo. He visto muertos vivos ser desmembrados, tajados, baleados, incendiados, y torturados de todo tipo de formas, y ninguno dio muestras de darse cuenta que algo les estaba pasando. Incluso no parecen notar cuando han perdido un miembro del cuerpo.
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Su cerebro no coordina bien, por eso es que se mueven tan lentamente. No pueden correr, lo he comprobado con cientos de casos. Caminan de forma espasmódica, y suelen tardar de un segundo a un segundo y medio entre un paso y otro, si bien el largo del paso dependerá de las piernas del zombie en cuestión.
Su falta de coordinación también hace que reaccionen lentamente. Según mis experiencias tardan entre dos y tres segundos en darse cuenta que tienen un humano vivo frente a sus ojos, y puede llegar a pasar otro segundo hasta que deciden ir a por él.
(El autor real de esta ficción es Martín Cagliani)